El Banco Central de Chile fue fundado en 1925 bajo la asesoría de la Misión Kemmerer durante la administración de Arturo Alessandri Palma. Originalmente, el Banco tenía como función mantener la convertibilidad de la moneda nacional según lo mandataba el patrón de cambio oro, un sistema monetario internacional característico del período de entre guerras. Además, se dotó a la institución de otras funciones monetarias, como el manejo de la tasa de interés, de los descuentos y redescuentos, así como servir de agente fiscal. En su primera Ley Orgánica se estableció Directorio compuesto por diez miembros, entre los que figuraban representantes de del Gobierno, de los bancos, de los accionistas, pero también de instituciones patronales (Sociedad Nacional de Agricultura, Sociedad de Fomento Fabril) y obreras.
El Banco fue una institución clave para enfrentar la Gran Depresión en Chile, especialmente durante el período de recuperación. Desde fines de la década de 1930, y durante buena parte del siglo XX, los sucesivos gobiernos ampliaron su control sobre la institución, dando paso a la monetización del déficit fiscal y estallidos inflacionarios. Esta tendencia solamente logró ser superada en 1989 con el otorgamiento de la independencia del Gobierno, estableciendo de la estabilidad de la moneda y del sistema de pagos como sus principios fundamentales.